Resultados

Este estudio longitudinal analiza la asociación entre los perfiles de comportamiento relacionados con el estilo de vida y el rendimiento cognitivo en la mediana edad. A partir de datos de más de 1.500 adultos cognitivamente sanos seguidos durante seis años, los investigadores identificaron trayectorias diferenciadas basadas en la actividad física y cognitiva, el sueño, la nutrición, la socialización, el bienestar psicológico, el consumo de sustancias y el IMC. Los resultados muestran que los participantes con perfiles saludables sostenidos obtuvieron mejores puntuaciones en pruebas neuropsicológicas de memoria, atención, velocidad de procesamiento y función ejecutiva. Se observó un efecto acumulativo según el número de hábitos saludables mantenidos. Los hallazgos subrayan la importancia de promover intervenciones multidimensionales como estrategia preventiva en la mediana edad.

La relación entre educación y una función cognitiva superior durante el envejecimiento es un tema muy debatido. Aunque el número total de personas con demencia en el mundo aumenta debido al crecimiento y envejecimiento de la población, la incidencia parece estar disminuyendo y los adultos mayores tienen hoy en día una mejor función cognitiva que cumple 20 años. Esto se atribuye a los cambios en el estilo de vida de la población, y hasta ahora la hipótesis más extendida sugería que la educación reglada podía proporcionar una protección frente a la neurodegeneración o el envejecimiento normal del cerebro. Para probar estas teorías, se analizaron pruebas de 170.795 personas mayores de 50 años, junto con 15.157 resonancias magnéticas cerebrales de 6.472 personas de 33 países occidentales. Un mayor nivel educativo se asoció con una mejor memoria, un mayor volumen intracraneal y un volumen ligeramente mayor de regiones cerebrales sensibles a la memoria, pero se comprobó que no protege contra el deterioro cerebral relacionado con la edad.

El estudio identifica tres perfiles psicológicos relacionados con distintos patrones de deterioro cognitivo y cerebral en el envejecimiento. La investigación, que ha analizado a más de mil personas voluntarias de la BBHI y del estudio internacional Medit-Ageing, muestra que las características psicológicas específicas de cada perfil podrían influir en el riesgo de desarrollar demencia, así como en aspectos como la velocidad de deterioro cerebral y la calidad del sueño. Los resultados muestran que tener un perfil psicológico «bien equilibrado», con factores de protección moderadamente altos y factores de riesgo moderadamente bajos, se relaciona con una mejor salud cognitiva y mental en todos los indicadores medidos. Por otro lado, un perfil psicológico con bajos niveles de características protectoras se relaciona con una peor cognición, una atrofia cerebral más acentuada y una menor adherencia a estilos de vida saludable. Por último, un perfil caracterizado por altos niveles de rasgos psicológicos negativos o de riesgo puede aumentar el riesgo de deterioro cognitivo y demencia a través de una vía psicoafectiva.

Este estudio de la BBHI analizó los hábitos de vida de más de 3,000 adultos sanos de 40 a 70 años durante cinco años, identificando cinco perfiles distintos de estilo de vida mediante la técnica de clustering K-means para datos longitudinales. Esta técnica agrupa a los individuos según la similitud en sus trayectorias de comportamiento a lo largo del tiempo. Los perfiles revelaron que quienes tienen hábitos saludables mostraron una menor probabilidad de desarrollar enfermedades, mientras que aquellos con hábitos de riesgo enfrentaron mayores riesgos de enfermedades, distinguiendo entre condiciones psiquiátricas, neurológicas y cardiovasculares. Estos patrones de vida se mantuvieron estables a lo largo del tiempo. Los resultados sugieren que las intervenciones personalizadas basadas en estos patrones de comportamiento podrían mejorar la salud en una sociedad cada vez más envejecida.

Este estudio pretendía validar "Guttmann Cognitest"®, una herramienta digital de valoración cognitiva, en adultos mayores e individuos de diversas edades con lesiones cerebrales adquiridas. La validez convergente se estableció comparándola con el MOCA en adultos mayores y con una breve evaluación neuropsicológica en individuos más jóvenes. Los resultados indicaron una sólida validez convergente y buenas características de especificidad y sensibilidad, respaldando la efectividad de la herramienta para evaluar la función cognitiva e identificar posibles disfunciones cognitivas en poblaciones tanto mayores como clínicas.

A medida que la población mundial envejece, la creciente prevalencia de enfermedades neurológicas como la demencia plantea un desafío significativo para la sociedad. La detección temprana del deterioro cognitivo es crucial para preservar y mejorar la función cognitiva. Este estudio evalúa dos versiones de la herramienta digital Guttmann Cognitest®. Ambas versiones demostraron una alta usabilidad y viabilidad, siendo la segunda versión, con tutoriales mejorados, la mejor calificada imaginable en términos de usabilidad. Los hallazgos indican la eficacia y la recepción positiva de la herramienta, destacando su potencial para un compromiso continuo en el monitoreo de cambios cognitivos.