Nutrición

Sigue una dieta mediterránea


La dieta mediterránea es un modelo alimentario reconocido por la comunidad científica internacional como un patrón de alimentación de los más equilibrados y saludables. Así lo manifestó la UNESCO al incluirla en la lista del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Esta alimentación, típica de los países bañados por el Mediterráneo (Portugal, España, Francia, Italia, Grecia), se basa en un consumo abundante de verduras, pescado, fruta, cereales, legumbres y del aceite de oliva como grasa esencial y también incluye a menudo el vino. Además de la diversidad de los ingredientes, la dieta mediterránea implica un seguimiento de la estacionalidad con preferencia por los productos de cada temporada y la utilización de hierbas aromáticas de producción local (orégano, tomillo, laurel). Numerosos estudios internacionales han puesto de manifiesto los efectos beneficiosos de la dieta mediterránea para la salud incluyendo su incidencia en una mejor función cognitiva y en la prevención de los trastornos cardiovasculares. Sus propiedades beneficiosas provienen del tipo de grasa, las proporciones en los nutrientes principales de sus recetas y la riqueza en micronutrientes, aromas y sabores para la utilización de verduras de temporada y hierbas aromáticas. Para seguir esta dieta, se deben tener en cuenta las siguientes recomendaciones:
  1. Utilizar aceite de oliva como principal grasa para cocinar. Se recomienda consumir al menos 4 cucharadas de aceite de oliva al día, limitando la utilización de mantequillas, margarinas o natas.
  2. Por su efecto antioxidante, potenciar el consumo de frutas, verduras y hortalizas al día (5 variedades diferentes al día).
  3. Incorporar diariamente pan, patatas, pasta o arroz (preferentemente integral). Se puede acompañar estos últimos de sofrito (tomate, ajo, cebolla o puerro cocinado a fuego lento con aceite de oliva).
  4. Incluir legumbres y frutos secos al menos dos veces la semana.
  5. Priorizar el consumo de pescado, y moderar el de carne roja, especialmente las más grasas: carne procesada, salchichas o embutidos.
  6. Consumir diariamente productos lácteos, principalmente yogur y quesos, son excelentes fuentes de proteínas, minerales y vitaminas.