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"Quien practica <em>mindfulness</em> tiene un nivel de satisfacción vital y de felicidad más elevado"
martes 21 noviembre 2017
Joaquim Soler es psicólogo clínico en el Servicio de Psiquiatría del Hospital Santa Creu i Sant Pau de Barcelona donde utilizan el mindfulness y la meditación para tratar a pacientes con trastornos psiquiátricos. Pero también tiene beneficios para quienes no las tienen. En esta entrevista nos lo explica y nos da las pautas para incorporar esta práctica en nuestro día a día.
¿Qué es el mindfulness?
El mindfulness es un conjunto de técnicas que vienen de la tradición budista pero que se han occidentalizado y que tienen que ver con el hecho de estar presente en aquello que realizas. Fijémonos que la mayoría de gente hace las cosas pensando en lo que tiene que hacer después o antes. Nos pasamos un 50% del tiempo del día haciendo cosas pensado en otras cosas.
El mindfulness tiene que ver con estar presente mental y físicamente y temporalmente en aquello que estás haciendo.
Mindfulness y meditación.
Mindfulness y meditación no son exactamente lo mismo. El mindfulness tiene más que ver con la cotidianidad. Es decir, son los mismos principios que se utilizan en la meditación pero en actos muy naturales, actos que pueden ser comer, caminar o hacer cualquier cosa. Se trata de ser consciente de aquello que haces.
En cambio la meditación podría ser como el gimnasio del mindfulness. Es decir, cuando tú vas al gimnasio a hacer cinta para prepararte para correr. La meditación es practicar las características del mindfulness per se. Y en mindfulness lo que hacemos es aplicarlo en el día a día y en la cotidianidad.
¿Cuáles son los beneficios?
Si el mindfulness lo practica alguien que no tiene un problema clínico, también se ve beneficiado. Porque el mindfulness mejora, por un lado, aspectos que tienen que ver con la negatividad, en la clínica, pero también incrementa, por otro lado, aspectos que tienen que ver con la positividad. Es decir, quien practica mindfulness, por ejemplo, tiene un nivel de satisfacción vital y un grado de felicidad más elevado. Quien practica mindfulness, aumenta el porcentaje de emociones positivas. Y también en una investigación que hemos acabado recientemente, vemos que la gente que practica mindfulness tiene más claro sus valores y actúa con más congruencia con ellos. Por lo tanto hay una vertiente que es, simplemente, lo que diríamos ahora de well-being, es decir, estar mejor.
¿Cómo influye en las funciones del cerebro?
Yo diría que estos tres aspectos: atención y autorregulación; disminución de la divagación mental y capacidad de focalización; y regulación emocional son los aspectos más relevantes en los que desde la neurociencia se ha visto que el mindfulness influye.
¿Con qué frecuencia se tiene que practicar?
Es como ir al gimnasio. Es decir, lo que produce cambio no es estar apuntado, es ir. Pues el mindfulness se tiene que practicar. Por lo que nosotros hemos estudiado en algunos trabajos, dosis de 20 minutos diarios tienen resultados muy positivos. De hecho en un estudio publicado en el 2004 vimos que no había una gran diferencia entre hacer 20 minutos y hacer dos horas al día. Ahora bien, la diferencia sí que estaba en si lo hacías una vez a la semana o lo hacías cada día. En este sentido, en el mindfulness es más importante la frecuencia que la duración.
Porque en una frecuencia diaria o elevada de casi cada día de 20 minutos da unos resultados muy significativos. En, por ejemplo, variables que pueden ser la disminución de la ansiedad, el grado de felicidad, de la angustia, o de la tristeza.
¿Se puede aprender online?
Los entrenamientos online si consigues tener una buena visión de lo que se trata, genial. Pero si no la coges, nadie te corrige. Por lo tanto, yo diría que es mejor también el entrenamiento presencial del mindfulness.
¿Cómo se puede introducir en el día a día?
Tú puedes hacer lo que se llama la práctica no formal que cuadra más con el mindfulness que es, por ejemplo, caminar poniendo la atención en que caminas y el entorno en el que te mueves, lo puedes hacer comiendo o tomando un café. O puedes hacerlo duchándote. Fíjate que la mayoría de gente no se ducha pensando en que se ducha. Se ducha programando la agenda. Eso es mindless, es estar en este mundo de la divagación. Cuando haces mindfulness y te duchas y lo practicas mientras te duchas estás por la experiencia sensorial del ducharte.
Por lo tanto hay muchos espacios donde lo puedes hacer en la cotidianidad. Porque caminas, porque comes, porque te duchas. Y muchas veces no estás mentalmente allí porque estás con el Whatsup con el Candy Crush o con lo que sea. Tiene más beneficios estar en la presencialidad que en el mundo virtual.
Y después está la práctica meditativa que sí que requiere que ubiques en un momento del día un espacio para practicar. Pero estamos hablando de 20 minutos o 25 minutos, máximo media hora. No es necesario que practiques dos horas. Y si haces 20 minutos a lo largo del día, hay cambios.
Para más información sobre beneficios para la salud cerebral, no te pierdas el consejo que publicamos en nuestra web:
¿Cómo influye en las funciones del cerebro?
Yo diría que estos tres aspectos: atención y autorregulación; disminución de la divagación mental y capacidad de focalización; y regulación emocional son los aspectos más relevantes en los que desde la neurociencia se ha visto que el mindfulness influye.
¿Con qué frecuencia se tiene que practicar?
Es como ir al gimnasio. Es decir, lo que produce cambio no es estar apuntado, es ir. Pues el mindfulness se tiene que practicar. Por lo que nosotros hemos estudiado en algunos trabajos, dosis de 20 minutos diarios tienen resultados muy positivos. De hecho en un estudio publicado en el 2004 vimos que no había una gran diferencia entre hacer 20 minutos y hacer dos horas al día. Ahora bien, la diferencia sí que estaba en si lo hacías una vez a la semana o lo hacías cada día. En este sentido, en el mindfulness es más importante la frecuencia que la duración.
Porque en una frecuencia diaria o elevada de casi cada día de 20 minutos da unos resultados muy significativos. En, por ejemplo, variables que pueden ser la disminución de la ansiedad, el grado de felicidad, de la angustia, o de la tristeza.
¿Se puede aprender online?
Los entrenamientos online si consigues tener una buena visión de lo que se trata, genial. Pero si no la coges, nadie te corrige. Por lo tanto, yo diría que es mejor también el entrenamiento presencial del mindfulness.
¿Cómo se puede introducir en el día a día?
Tú puedes hacer lo que se llama la práctica no formal que cuadra más con el mindfulness que es, por ejemplo, caminar poniendo la atención en que caminas y el entorno en el que te mueves, lo puedes hacer comiendo o tomando un café. O puedes hacerlo duchándote. Fíjate que la mayoría de gente no se ducha pensando en que se ducha. Se ducha programando la agenda. Eso es mindless, es estar en este mundo de la divagación. Cuando haces mindfulness y te duchas y lo practicas mientras te duchas estás por la experiencia sensorial del ducharte.
Por lo tanto hay muchos espacios donde lo puedes hacer en la cotidianidad. Porque caminas, porque comes, porque te duchas. Y muchas veces no estás mentalmente allí porque estás con el Whatsup con el Candy Crush o con lo que sea. Tiene más beneficios estar en la presencialidad que en el mundo virtual.
Y después está la práctica meditativa que sí que requiere que ubiques en un momento del día un espacio para practicar. Pero estamos hablando de 20 minutos o 25 minutos, máximo media hora. No es necesario que practiques dos horas. Y si haces 20 minutos a lo largo del día, hay cambios.
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